En 1983 se introducirá un cambio esencial en las Embajadas: se desecharon los textos que los Embajadores habían recitado desde la reaparición de las fiestas en 1945, y se introdujeron los que se utilizan actualmente en las fiestas de junio.
Para la Embajada Mora se eligió el texto alcoyano – uno de los más antiguos parlamentos festeros que se conocen – atribuido a nuestro paisano D. Juan Rico y Amat, escritor y poeta romántico que fue jefe político y corregidor en Alcoy de 1848 a 1850. En cuanto al texto de la Embajada Cristiana, se adoptó el que con el nombre de La Bandera de la Cruz escribió el siglo pasado el insigne poeta eldense D. Francisco Laliga Gorgues, sacado a la luz por Alberto Navarro Pastor en la Revista de Fiestas de Moros y Cristianos de Elda de 1967.
En 1984 se decide, con muy buen criterio, trasladar la celebración del acto de las Embajadas a la Plaza del Ayuntamiento, centro neurálgico de la ciudad, que resultó un completo éxito de público y de organización. Para ello se organizó para cada una de las Embajadas un boato que causó sensación y sirvió para realzar el acompañamiento de cada Embajador hasta el castillo. Este cortejo se estableció ya como obligatorio en el itinerario desde la confluencia de las calles Pemán y Antonino Vera hacia Padre Manjón, Avenida de Chapí, Antonio Maura, Nueva y Colón.
En 1994, año del cincuentenario de nuestra Fiesta, la comisión organizadora introdujo el elemento de la Estafeta en ambas Embajadas. Consiste en que un emisario a caballo lleva hasta el castillo un mensaje con la petición de rendimiento de la fortaleza que es despreciado con desplante.
Estos actos han incorporado otras innovaciones en esta última etapa de nuestra Fiesta que han dotado a este acto de una gran emoción. Es destacable la organización del disparo de las comparsas en el asalto al castillo a lo largo de la calle Colón, que ha ganado en seguridad y estética, y el consiguiente “encaro” o enfrentamiento de los Capitanes que acaba con el abrazo y felicitación de los cargos máximos de la Fiesta ante las puertas del castillo.
Desde el año 2009, dos grandes festeros se han encargado de recitar las Embajadas de nuestra Fiesta. Se trata de Isidro Juan Gallardo como Embajador Cristiano y Damián Varea del Amo como Embajador Moro, que han destacado por su buen hacer y su actuación de verdadera vena dramática, ya que pertenecen a un grupo de teatro amateur de Elda.
En estos momentos, tanto las guerrillas o Alardo como las Embajadas constituyen uno de los actos más cuidados e interesantes de las fiestas de Elda: cada año son más los festeros que participan en ellos y muchos más los espectadores que los presencian en el marco de la Plaza de la Constitución, ante el magnífico castillo de madera situado delante del Ayuntamiento, que fue estrenado hace pocos años, y que es símbolo de toda nuestra Fiesta. La estafeta, el boato, el séquito del Embajador, la propia Embajada, la batalla de arcabucería y lucha final cuerpo a cuerpo de los Embajadores en el asalto a la fortaleza, constituyen la estructura de un acto imprescindible para comprender la realidad y la autenticidad de una Fiesta de Moros y Cristianos como la nuestra.
En 1994, año del cincuentenario de nuestra Fiesta, la comisión organizadora introdujo el elemento de la Estafeta en ambas Embajadas. Consiste en que un emisario a caballo lleva hasta el castillo un mensaje con la petición de rendimiento de la fortaleza que es despreciado con desplante.
Estos actos han incorporado otras innovaciones en esta última etapa de nuestra Fiesta que han dotado a este acto de una gran emoción. Es destacable la organización del disparo de las comparsas en el asalto al castillo a lo largo de la calle Colón, que ha ganado en seguridad y estética, y el consiguiente “encaro” o enfrentamiento de los Capitanes que acaba con el abrazo y felicitación de los cargos máximos de la Fiesta ante las puertas del castillo.
Desde el año 2009, dos grandes festeros se han encargado de recitar las Embajadas de nuestra Fiesta. Se trata de Isidro Juan Gallardo como Embajador Cristiano y Damián Varea del Amo como Embajador Moro, que han destacado por su buen hacer y su actuación de verdadera vena dramática, ya que pertenecen a un grupo de teatro amateur de Elda.
En estos momentos, tanto las guerrillas o Alardo como las Embajadas constituyen uno de los actos más cuidados e interesantes de las fiestas de Elda: cada año son más los festeros que participan en ellos y muchos más los espectadores que los presencian en el marco de la Plaza de la Constitución, ante el magnífico castillo de madera situado delante del Ayuntamiento, que fue estrenado hace pocos años, y que es símbolo de toda nuestra Fiesta. La estafeta, el boato, el séquito del Embajador, la propia Embajada, la batalla de arcabucería y lucha final cuerpo a cuerpo de los Embajadores en el asalto a la fortaleza, constituyen la estructura de un acto imprescindible para comprender la realidad y la autenticidad de una Fiesta de Moros y Cristianos como la nuestra.
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